Cultura de la inmediatez, globalización, revolución digital, hora pico, etc. Son términos que están de moda y en muchas ocasiones van acompañados de temas como el estrés o la ansiedad, sin que esto signifique que sean inherentes a los conceptos o vocablos que han surgido en esta modernidad tardía.

Efectivamente, es posible vivir inmerso en esta realidad sin que el estrés sea algo inevitable. Como decía la sabiduría popular no es bueno acostumbrarse a vivir con el dolor, expresión usada cuando se recurría a la resignación ante cierta enfermedad o padecimiento físico. No tenemos que rendirnos ante el estrés o las consecuencias del mismo, y en este sentido, por si fuera poco, las alteraciones nerviosas no se conforman con una aparición espontánea en un momento específico (origen biológico que incluso es saludable porque es el mecanismo de defensa para superar situaciones de peligro o alerta) sino que quedan de modo latente o recurrente.

Cuando así sucede estas condiciones pueden volverse delicadas y dignas de prestarles atención. Otro factor que puede ser de riesgo, es como sucede también con los trastornos no precisamente nerviosos el usar medidas o medicamentos que no son del todo comprobados o serios. Si bien es cierto que todos poseemos medios para afrontar estas dificultades de manera fácil de alcanzar como hacer ejercicio, técnicas de relajación, etc., hay casos en que la ayuda profesional es necesaria.

No debemos pensar que estamos solos ni temer ser juzgados. Los profesionales están para ayudarnos, puedes encontrar importantes opciones aquí, pero sobre todo como mencionamos al principio, no hay que pensar que el estrés o la ansiedad son inevitables, si existen biológicamente hablando es con un propósito de beneficio para el ser humano, y así es como hemos de entenderlos y manejarlos.