Hace tiempo leí Defensa apasionada del idioma español, de Álex Grijelmo (Taurus, 1998), obra que me llevó a varias reflexiones acerca del uso que damos al español, el cual “sólo” tiene un milenio de historia y lo hablan “apenas” 400 millones de personas como lengua materna. Aunque han pasado varios años desde su publicación, resulta sorprendente ver cómo ya había entonces un análisis profundo acerca de los vocablos y modismos extranjeros que inundan las frases en español, hasta hacerlas parecer un idioma distinto. De acuerdo con Grijelmo, esto se debe a una corrupción del lenguaje, más que a una natural evolución del mismo por medio del uso común de nuevas palabras a partir de la base de la pirámide social, como se había dado hasta antes de la expansión masiva de los medios de comunicación y el desarrollo de la tecnología a finales del siglo pasado.

La tesis de Grijelmo sostiene que esa invasión corruptora de palabras extranjeras proviene de la élite política y mediática, y en ocasiones académica, que controla y pretende imponer al idioma formas de acuerdo con sus gustos y fines, y que exhibe a su vez su ignorancia respecto del uso correcto de términos o mediante la traducción literal de expresiones ajenas a la estructura del español. Así, hoy enfrentamos a conductores de noticieros, políticos y empresarios que, bajo el supuesto de que el empleo de voces extranjeras les da mayor prestigio, llenan sus comentarios y discursos con términos en inglés y frases como “es por eso que…”, “habiendo analizado…”, “si checan el reporte…”, que no son más que transliteraciones del francés o, nuevamente, del inglés, y que pueden sustituirse perfectamente en español con “por ello…”, “tras analizar”, “si revisan el informe…”. El abuso de gerundios es uno de esos males que, más que enriquecer nuestra lengua, trasgreden su estructura y la vulneran, empobreciéndola. El uso correcto de esta forma verbal será uno de los temas que presentaré en una colaboración futura.

Así que, en esta ocasión, la sugerencia va encaminada a hacernos defensores de nuestro idioma, de nuestra identidad cultural por medio de la palabra hablada y escrita. ¿Es en realidad necesario el uso exagerado de términos en inglés y otras lenguas para expresarnos? Toda lengua adopta nuevos vocablos en la medida que mejor definan o den a conocer un concepto nuevo, un matiz o una forma regional. Sin embargo, ello no debe servir como excusa para desechar términos válidos, cuya raíz pertenece al español desde hace mucho. Aprender no sólo se refiere a lo nuevo, sino a aquello que está arraigado en nuestra cultura desde hace más de un milenio.

Si quieres saber más acerca de cómo hablar y escribir mejor contáctame: oswaldo.barfra@gmail.com