
Hay de vecinos a vecinos
¿A qué viene el título de esta colaboración? Quienes tienen algún tiempo viviendo en un edificio de varios departamentos o en un conjunto habitacional se podrán dar una idea, muy cara, me imagino, de a qué me refiero.
Cuando se habita con varias personas más en un condominio, ello implica compartir no sólo espacios sino servicios y también problemas. Claro que hoy día es un privilegio tener una vivienda que cuente con todos los servicios, es más, es un lujo, y los lujos cuestan.
En varios edificios y unidades, universos en miniatura dentro de otro mayor que es el vecindario o la ciudad, se comparte la recolección de basura, el gas, la luz y la limpieza de áreas comunes y, ya desde hace unos años, la seguridad. Todo ello tiene un costo que debiera absorberse entre todos los vecinos, pero ello, sabemos, no siempre ocurre. Nunca falta quien por diversas circunstancias, o sobrados pretextos, se niegan a pagar la cuota de mantenimiento que sirve no para darle mayor categoría al lugar donde uno vive, sino para pagar las cuentas de esos servicios de los que todos en un momento son beneficiarios.
Por supuesto que en ocasiones la realidad supera al idílico sueño de vivir en un mundo donde todos se apoyen y cuiden entre sí, y en el que cada quien sea responsable de contribuir al bienestar común, o por lo menos no estorbar para ello. Y algunos así lo toman: argumentan que es mejor no meterse con nadie, pero tampoco contribuyen a solucionar los problemas que también son de ellos. A la vez hay quienes se ven obligados a dejar de pagar el mantenimiento o la seguridad, sobre todo cuando se encuentran entre dar de comer a la familia o pagar las cuotas que les corresponden. Así, la realidad nos desborda y de todas maneras hay que lidiar con ella.
No hablemos de las asambleas a las que ni siquiera acude la mitad de los vecinos, quienes por motivos que son por completo personales, diría egoístas, prefieren abstenerse de participar y dejan que otros tomen las decisiones que debieran ser de común acuerdo entre todos. Y mejor tampoco nos refiramos a los pelitos que se toman como excusa para romper con todos los demás, ya que igual “si no están con ellos entonces han de estar en su contra”.
No siempre se puede escoger a los vecinos, pero sí está en uno ser buen vecino para los demás, lo saluden o no, les caiga uno bien o mal. Se trata de llevar una buena convivencia, en la cual el respeto no sólo se ve en el trato, sino en cumplir con un compromiso personal frente a la totalidad de quienes comparten ese espacio común, sea un edifico, una vecindad o un conjunto residencial. El nombre no necesariamente refleja la calidad de quienes viven ahí, eso se nota en la actitud de cada persona que ve por los demás en la medida que ello también le beneficia.
Si estás en busca de estrenar o cambiar de vivienda o departamento, aquí encontrarás orientación y ayuda.