Sin lugar a dudas un hermoso animal es el bisonte, también llamado búfalo, aunque este término ha disminuido en su uso, pero antes era muy común quizá por la influencia de la cercanía de nuestro país con los Estados Unidos de América, ya que en esta nación de habla inglesa la palabra búfalo se aplicó desde 1635, mientras que el término oficial fue registrado en 1774.

Dado que en América no hay elefantes, rinocerontes o similares, el bisonte es el mamífero terrestre más grande del continente. Tristemente es muy conocido que estuvo al borde de la extinción debido a la caza indiscriminada por parte de los colonizadores de Norteamérica. Alrededor de 1700 se calcula que había aproximadamente 60 millones de ejemplares, más para 1880 sólo existían alrededor de 1000 individuos. Originalmente vivió desde Canadá hasta el norte de México.

El bisonte se aferró a la vida y actualmente, si bien no hay una población tan grande como antes de la terrible matanza, es una especie que en nuestro país se ha reintroducido en las planicies del norte, gracias a muchos esfuerzos como el del Fondo Mexicano para la Conservación de la Naturaleza, A.C.

Entonces ¿hubo bisontes en la alcaldía Tlalpan? No. Como lo mencionamos, esta criatura espléndida sólo alcanzó a vivir en los límites del norte del actual territorio mexicano, no en el valle de México, sin embargo, pudo comer y trotar un poco en el hoy llamado Bosque de Tlalpan.

Hasta los años 70 y 80 existía un zoológico en la parte alta del bosque. Se podían apreciar pequeños mamíferos y aves, pero los más vistosos eran leones y bisontes. En ese tiempo el bosque se llamaba “Bosque del Pedregal” e incluso, las familias llegaban a nombrarlo “el parque de los búfalos”. Así, eran comunes expresiones como “vamos a ver a los búfalos”, “vamos de día de campo a los búfalos” o simplemente “vamos a los búfalos”. Como se puede ver, había más fascinación por estos bovinos que incluso por los leones, admiración que el día de hoy nos permite rescatar recuerdos y escribir estas líneas, a la vez que nos debe motivar a comprometernos con el respeto y protección de la fauna y contribuir a que tengan las mejores condiciones de vida ya sea en su forma silvestre o en cautiverio.